Mamá, es tu cumpleaños

¿Que puede haber más bonito para unos hijos que celebrar el cumpleaños de su madre estando todos presentes, junto a ella, rodeándola con nuestro amor?

No es un recuerdo ni una tradición, es una celebración verdaderamente actual, para hoy, y festiva, para saltar de gozo.

Puede parecer una reflexión infantil y de poco calado teológico, pero la realidad es que a la condición de María, madre de gracia, madre de amor y misericordia, le corresponde nuestra condición de hijos amados y agradecidos por ella.

En el evangelio del día nos damos cuenta de que María que es llena de gracia, que no tiene ni mancha de pecado original, sin embargo se inserta en esta historia de la humanidad pecadora. No es pecadora pero se hace solidaria del pecado de todos los hombres llamados a ser sus hijos en el orden de la gracia.

Del mismo modo que el hijo de Dios ha venido a buscar, a llamar y a salvar a todos los pecadores para hacerles partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte, así también su santísima madre quiere reunir a todos los hombres bajo su manto.

Hoy, nueve meses después de recordar su concepción inmaculada el 8 de diciembre, celebramos el nacimiento de María y podemos imaginar la alegría del cielo al contemplar a esta niña recién nacida. Por fin la luz de Cristo, el sol que viene de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, empieza a despuntar en María como la aurora que precede a la mañana.

A los jóvenes les gusta cantar: «Cuando naciste Dios sonrío al mirar tu alma. Bendita tú, los ángeles te admiran. Bendita tú, la Trinidad se goza en ti».

El concilio Vaticano II en el capítulo ocho de su constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, dice que María «está unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres que necesitan de la salvación; y no sólo eso, sino que es verdadera madre de los miembros (de Cristo)…, por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza. Por ese motivo es también proclamada como miembro excelentísimo y enteramente singular de la Iglesia y como tipo y ejemplar acabadísimo de la misma en la fe y en la caridad, y a quien la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, venera, como a madre amantísima, con afecto de piedad filial».

Vivamos pues este día con verdadero cariño como homenaje y obsequio de amor a nuestra madre, la Virgen María.

Como dice el profeta Miqueas en la primera lectura, hoy es el día en «que dé a luz la que debe dar a luz». Dejémonos iluminar por este misterio. Salgamos de las tinieblas del pecado y regulémosle a nuestra Madre en el día de su cumpleaños lo que ella más puede agradecer, un corazón humilde que se deja perdonar por Cristo y que entra en el banquete de la fiesta revestido de su misericordia. En esta fiesta de cumpleaños todos sus hijos tenemos un puesto a la mesa. Ella nos está esperando. Alegremos su corazón dejando que ella nos abrace en este día.